lunes, 16 de marzo de 2015

De cuando asaltan las dudas, o cómo no ser experta en nada.


Me da un poco de vértigo, pero si cuento los años que llevo como profesora llego casi a una cifra redonda, dieciocho añitos ni más ni menos. Fui de las afortunadas que empezó a trabajar nada más terminar la carrera, y entre que tuve un poco de suerte y me busqué las habichuelas hasta en el extranjero no he dejado de ser maestra ni un solo año de mi vida. Yo sería inútil en una isla desierta, porque lo único que sé hacer es enseñar. Ni hacer bikinis con lianas, ni balsas con troncos. Habría muerto en el primer episodio de "Perdidos".

Y aún así, todavía tengo la sensación de que no sé nada. Hoy mismo, dando clase a los de tercero, me he visto en el brete de tener que enganchar a un alumno que se aburría en clase y no he sido capaz. Sé que cuando un alumno se aburre la culpa es mía, porque los niños y las niñas tienen una curiosidad innata que les obliga a aprender de cada experiencia. Lo mismo con los que saben mucho (este año tengo alumnos nativos), ¿cómo hago para que no den la hora por perdida? Y al resto de la clase, ¿les estoy dando el input necesario? ¿Soy clara, me entienden, les interesa lo que digo? ¿Cómo hacer para que ellos y ellas hablen? ¿Qué hago con esa clase donde más de la mitad del alumnado no llega a los mínimos requeridos en el curso? ¿Y cómo engancho a esos niños y niñas de infantil a los que el inglés se la trae al pairo?

Preguntas, preguntas, preguntas. A algunas me contesto con rapidez. Los y las alumnas nativas que tengo este año necesitan material extra, algún proyecto, algo que puedan hacer con un grupo de altas capacidades para enganchar a esos tres o cuatro alumnos y alumnas que están a punto de volar pero necesitan ayuda extra. Al chaval que no puede centrar la atención en clase debo ponerlo a trabajar en grupo, darle alguna tarea sobre los temas que le interesan. Son respuestas fáciles. Y entonces viene lo de siempre: ¿de dónde saco esos recursos? ¿De dónde saco tiempo para prepararlo? ¿Cómo puedo individualizar mis prácticas cuando tengo ocho clases distintas y más de cien alumnos y alumnas que necesitan mi atención? Tiempo, bendito tiempo. Y dinero. Y recursos. Y una clase física de inglés que mute con cada una de mis necesidades.

De momento he empezado por apuntar todas las preguntas que se me ocurren en un cuaderno, junto con sus respuestas (si se me ocurren, y si no, buen tema para un post y que me echéis un cable). Veré si puedo ir dando salida a cada uno de los problemas, o al menos a un puñado. Quizás el cuaderno me ayude a atacar cada cuestión de una en una, en vez de agobiarme con todo lo que hago mal o a lo que no consigo llegar. Quizás lo deje en la segunda página, harta ya de tantas dudas. Hoy, para empezar, ya tengo las dos horas de exclusiva ocupadas con lo que he escrito en el cuadernillo de marras.

Veremos.

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